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1797-01-30 Virrey Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, marqués de Branciforte Entre las satisfacciones que han llenado del mayor júbilo mi corazón, deseoso siempre de proporcionar la felicidad y bien común de los habitantes de este reino que la benignidad del rey nuestro señor (dios le guarde) se dignó poner a mi cuidado, ha sido muy principal la del real permiso para la libre fábrica y expendio del aguardiente de caña o chinguirito que la incomparable piedad de su majestad, oyendo benigno mis informes y súplicas, se dignó conceder en real orden de 19 de marzo del año próximo anterior, publicada en esta capital con general regocijo el día 9 de diciembre último; pero como al mismo tiempo que estos amados vasallos de su majestad iban a experimentar y hacerse partícipes de los efectos de su amor y bondad soberana, quedaba padeciendo una porción de ambos sexos por haber incurrido en las penas impuestas a los que trataban en aquella bebida prohibida, unos confinados en presidios, otros reducidos a las cárceles con sus causas pendientes, y otros en fin sentenciados a casas de recogimiento, de recogidas o destierros, dejando muchos pereciendo sus familias y en sensible abandono sus inocentes hijos, eran estas consideraciones de tal clase que agitaban extraordinariamente mi compasión hacia estos miserables. Por ello, y por la singular complacencia que me resulta de dar reiterados testimonios de la eficacia con que me intereso en cuanto penda de mí por la común y particular felicidad de todos, asegurado por otra parte de la piedad, munificencia y anhelos con que nuestro amado soberano se desvela por la prosperidad y beneficios de sus pueblos y vasallos, me decidí a dirigir a sus reales pies por conducto de su primer secretario de estado y de este despacho universal, el excelentísimo señor príncipe de la paz, mis votos y ruegos en favor de todos los que estaban sufriendo y próximos a experimentar las penas de su contravención a las leyes prohibitivas de la fábrica y expendio del mencionado chinguirito. En efecto, lleno de confianza hice a su majestad la representación del tenor siguiente: "Excelentísimo señor. Con fecha de 4 de marzo último se sirvió vuestra excelencia avisarme lo determinado por su majestad para el pronto despacho del envejecido expediente sobre establecer en este reino la fábrica y estanco del aguardiente chinguirito. En efecto, el señor don Diego de Gardoqui me ha comunicado en real orden del 19 del mismo mes las benéficas soberanas resoluciones de su majestad que yo deseaba justamente. Ofrezco cumplirlas en los términos que manifiesta la copia adjunta de mi contestación; pero como el justificado poderoso influjo de vuestra excelencia ha sido el verdadero agente de las felicidades de estos leales vasallos, es necesario que consuma o concluya la obra más piadosa, pretendida y suspirada en los noventa y seis años de este siglo. No es posible calcular el número infinito de infelices que en tan dilatado tiempo han sido víctimas del contrabando del chinguirito, y cuando alzada su prohibición por un efecto de la paternal clemencia de nuestro augusto soberano se me previene el establecimiento de esta nueva renta, me parece que el mejor principio para facilitar su logro será un general indulto de los miserables hombres y mujeres que se hallan en las cárceles públicas y de recogidas, que tienen sentencias de presidio y que subsisten en ellos por contraventores de aquella bebida sin otra causa agravante. Han incurrido casi generalmente en este crimen por la falta de otros arbitrios y socorros para sostenerse y alimentar a sus numerosas y abandonadas familias de personas y criaturas inocentes; pero si se reúnen a ellas sus desgraciados padres, maridos y hermanos, volverán a ampararse, se aumentará y conservará la escasa población de este reino, habrá mayor número de brazos y manos diestras para emplearse en la fábrica y venta del chinguirito, y florecerá este nuevo ramo del erario de Nueva España. Unas causas tan piadosas como interesantes a la religión y al estado merecen la poderosa protección de vuestra excelencia y yo la pido con el mayor encarecimiento porque concibo seguramente que las bendiciones y clamores de estos fieles vasallos en obsequio de su insigne benefactor se elevarán a nuestro católico monarca, y desde su trono al de la deidad suprema, hallando vuestra excelencia en ambas majestades el justo premio de la caridad cristiana característica de vuestra excelencia, y que sabe ejercitarla imitando la que resplandece en el corazón piadosísimo de nuestro rey y señor, a cuyos reales pies ofrezco mis rendimientos, como a vuestra excelencia los tiernos efectos con que deseo y me intereso en todas sus felicidades y satisfacciones. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. México, 26 de junio de 1796. Excelentísimo señor. Marqués de Branciforte. Excelentísimo señor príncipe de la paz". En cuya vista, movido el real ánimo de su majestad de su amor y natural clemencia, se dignó acceder a mis súplicas y mandarme comunicar la orden que he recibido por el correo de ayer y cuyo contenido a la letra es el que sigue: "Excelentísimo señor. He dado cuenta al rey de la carta reservada de 26 de junio último número 303; y condescendiendo su majestad por un efecto de soberana clemencia con lo que vuestra excelencia ha propuesto, se ha dignado conceder indulto general a todos los hombres y mujeres que se hallen en las cárceles públicas, en los presidios, destierros, casas de corrección o de recogidas por haber contravenido a la prohibición de fabricar el chinguirito mientras estuvo prohibida esta bebida en ese reino. Con esta fecha comunico al señor don Diego de Gardoqui esta soberana resolución para su noticia, y la participo a vuestra excelencia de orden de su majestad para su inteligencia, satisfacción y cumplimiento. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. San Lorenzo, 27 de septiembre de 1796, príncipe de la paz. Señor virrey de Nueva España". Con un contento y alegría inexplicables leí repetidas veces esta agradable piadosa benéfica real determinación, verdaderamente propia de un rey magnánimo, beneficentísimo y que desde su gloriosa exaltación al trono de las Españas no ha cesado de acreditarnos que nos mira, atiende y consuela como padre de la patria de los pobres y de sus vasallos en general; reflexiones que me precisaron a dirigir inmediatamente a su majestad humildes gracias en la forma que sigue: "Excelentísimo señor. Recibo la correspondencia de estos reinos de fines de septiembre al ir a despachar la presente; y aunque en tales circunstancias tengo ya tiempo de contestar a las reales órdenes que se me comunicaron tomo un breve instante para responder únicamente a la piadosa y satisfactoria que me traslada vuestra excelencia con fecha de 27 de aquel mes sobre el general indulto en cárceles que se ha dignado conceder su majestad a todos los hombres y mujeres que se hallen en cárceles, presidios, destierros, casas de corrección o de recogimiento por haber contravenido a la prohibición de fabricar el chinguirito mientras estuvo prohibido, porque el gozo que me resulta de esta soberana clemencia citada con tantos infelices por la mediación de mis humildes súplicas no me permite dilatar un momento los agradecidos sentimientos de mi corazón hacia el monarca más benigno y más amado, pidiendo a vuestra excelencia se sirva tributárselos en mi nombre y recibir también por sí mismo las debidas gracias que doy a vuestra excelencia por lo que cooperó al efecto con su poderoso influjo. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. México, 29 de enero de 1797. Excelentísimo señor marqués de Branciforte. Excelentísimo señor príncipe de la paz". Y no queriendo dilatar ni un momento al público la noticia y constancia de todo, como interesado, ni sus consuelos a los comprendidos en la real gracia, mando se publique inmediatamente por bando en esta capital y ciudades, villas y lugares del reino, circulándose para el efecto y expidiéndose sin demora todas las providencias necesarias para que con la prontitud que fuere dable experimente este real indulto toda clase de personas a quienes tocare, donde quiera que se hallen, y vuelvan a la reunión de sus familias e incorporación en la sociedad de que les separó su delito y a que les restituye nuestro católico monarca por un nuevo rasgo de su piedad y munificencia soberana. Dado en México a 30 de enero de 1797. El marqués de Branciforte Por mandado de su excelencia ![]() AGN, bandos, vol. 19, exp. 7, fs. 12 AGN, indiferente virreinal, caja 1537, exp. 9, fs. 1 AHDF, actas de cabildo, cédulas, vol. 429a, fs. 23-26v (manuscrito) | Siglas |
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